19 de julio 2025
El equilibrio y la coordinación son habilidades fundamentales que a menudo damos por sentadas. Sin embargo, en la infancia, su desarrollo es crucial para el aprendizaje, la exploración y la interacción con el mundo. Son la base de movimientos complejos y una buena postura.
¿Qué son el equilibrio y la coordinación?
El equilibrio es la capacidad de mantener el cuerpo en una posición estable, tanto en movimiento (equilibrio dinámico) como en reposo (equilibrio estático). Está regulado principalmente por el sistema vestibular en el oído interno y la información visual y propioceptiva.
La coordinación, por otro lado, es la habilidad de usar diferentes partes del cuerpo de forma suave y eficiente para realizar una tarea. Implica la sincronización de movimientos y el control muscular preciso. Ambas habilidades trabajan juntas para permitir la motricidad gruesa y fina.
Estas habilidades no solo son físicas; tienen una base neurológica profunda. Involucran áreas cerebrales como el cerebelo, los ganglios basales y la corteza motora, que se desarrollan a través de la experiencia y la práctica (Diamond, 2000).
Impacto en el desarrollo integral del niño
Un buen equilibrio y coordinación son vitales para el desarrollo psicomotor general. Permiten a los niños gatear, caminar, correr, saltar y participar en juegos activos. Esto fomenta su exploración del entorno y su independencia.
Más allá de lo físico, estas habilidades influyen en el desarrollo cognitivo. La estabilidad postural es necesaria para la atención y la concentración. Un niño que lucha por mantener el equilibrio puede tener dificultades para enfocarse en tareas académicas.
También impactan el desarrollo social y emocional. Participar en juegos con sus pares mejora la interacción social y la autoestima. Sentirse competente en sus movimientos les da confianza y seguridad en sí mismos.
Actividades para estimular el equilibrio y la coordinación
Fomentar estas habilidades es divertido y se puede hacer fácilmente en casa o al aire libre. La clave es el juego activo y la exploración libre.
- Juegos de equilibrio: Caminar sobre una línea dibujada en el suelo, una viga baja o el borde de una acera. Practicar pararse en un pie o hacer posturas de yoga sencillas.
- Circuitos de obstáculos: Crear pequeños circuitos con cojines, túneles o aros para saltar. Esto desafía el cuerpo a adaptarse a diferentes superficies y movimientos.
- Lanzar y atrapar: Jugar con pelotas de diferentes tamaños y pesos. Mejora la coordinación óculo-manual y la percepción espacial.
- Bicicleta, patines o patinetes: Aprender a montar estos vehículos estimula intensamente el equilibrio dinámico. Proporcionar el equipo de seguridad adecuado es primordial.
- Bailar y movimientos rítmicos: Seguir el ritmo de la música, imitar movimientos o inventar coreografías. Esto mejora la coordinación bilateral y la expresión corporal.
El rol del juego al aire libre
El juego al aire libre es un gimnasio natural para el equilibrio y la coordinación. Correr en superficies irregulares, trepar árboles o jugar en parques infantiles desafía el cuerpo de maneras únicas. La propiocepción se agudiza al interactuar con un entorno cambiante.
Estos ambientes ofrecen estímulos sensoriales variados que el cerebro necesita para madurar. La exposición a diferentes texturas, alturas y movimientos enriquece las conexiones neuronales. Esto es crucial para el desarrollo cerebral (Tremblay et al., 2015).
La libertad de movimiento en espacios abiertos permite a los niños experimentar con su cuerpo sin restricciones. Esto fortalece su confianza en sus capacidades motoras y su disposición a asumir riesgos calculados.
Cuando buscar orientación profesional
Si observas que un niño tiene dificultades significativas y persistentes con el equilibrio y la coordinación, es importante buscar una evaluación. Signos como caídas frecuentes, torpeza marcada o dificultad para participar en juegos motores pueden ser indicativos.
Un fisioterapeuta pediátrico o un terapeuta ocupacional pueden realizar una evaluación exhaustiva. Ellos pueden identificar cualquier retraso en el desarrollo psicomotor. La intervención temprana es clave para establecer bases sólidas (World Health Organization, 2017).
Recordemos que el desarrollo motor es un proceso continuo y fascinante. Al apoyar el equilibrio y la coordinación de los niños, les estamos dando las herramientas para explorar el mundo con confianza y alegría.
Referencias.
Diamond, A. (2000). Close link between motor control and cognitive control. Trends in Neurosciences, 23(12), 617-623.
Tremblay, M. S., Gray, C., Babcock, S., Barnes, J., Bradstreet, C. C., Carr, D., … & Kho, M. E. (2015). Systematic review of sedentary behaviour and health indicators in school-aged children and youth. International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 12(1), 98.
World Health Organization. (2017). Guidelines on physical activity and sedentary behaviour for children and adolescents. WHO Press. (Puedes citar el capítulo o sección específica sobre desarrollo motor si es más preciso).


